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  • taniasuarezy

Extrayendo sangre de tortugas marinas

Creo que lo más esperado cuando quieres trabajar con fauna silvestre es el primer contacto con ellos. En mi caso, ya llevaba algunos meses hablando de tortugas marinas con pescadores y me intrigaba mucho trabajar directamente con ellas.


Me propusieron la idea de trabajar con tortugas marinas para mi tesis de pregrado. Y yo dije: ¡lo hago!

La primera idea que se me ocurrió fue trabajar con detemrinación de valores hematológicos (de las investigaciones más comunes entre los que hacíamos tesis con fauna silvestre en mi facultad). Tras algunos meses, propuse el proyecto y me dieron el visto bueno para llevarlo a cabo. Solo había un detalle: yo no había extraído sangre de una tortuga marina en mi vida.


Mi experiencia extrayendo sangre era con perros y gatos básicamente. Creo que no había extraído sangre a ningún animal silvestre hasta entonces (ups!😅) pero si había visto la técnica en quelonios terrestres.


Dos años atrás, había viajado a Uruguay a un curso de biología, rehabilitación y conservación de tortugas marinas de la ONG Karumbé. Allí, había tenido contacto con la veterinaria del centro (la dra. Virginia Ferrando) que había hecho una investigación similar a la mía y le pedí todos los consejos posibles. Entre otras cosas, me dijo que lo ideal era tener una centrífuga cerca o de campo. También, hacer el frotis sanguíneo antes de separar el plasma.


Las pacientes del centro de rehabilitación de la ONG Karumbé, dentro del zoológico de Montevideo (2009). Segunda foto: yo aprendiendo cómo se sostiene a la paciente.


Llegó la hora de empezar el trabajo de campo -ya en Perú- y las personas que sí tenían la experiencia extrayendo sangre me dijeron de manera general cómo hacerlo y que era fácil.


Me puse a ver videos en YouTube de "cómo extraer sangre de tortugas marinas", leí un par de libros que hablaban de la técnica y hasta decidí practicar con mi tortuga acuática que tenía de mascota (una tortuga de Florida, estas se pueden mantener como mascotas). Logré extraerle sangre y efectivamente, me pareció "fácil".


Mi tortuga (Trachemys scripta elegans) voluntaria


Cuando finalmente llegó el momento de ir a campo y buscar una tortuga marina a quien extraerle sangre, no fue tan fácil🥲. La primera tortuga que conocí era muy grande y debía inclinarla para que los senos venosos se llenen de sangre. Pero era muy pesada y no lo conseguí.


Luego, llegó el turno de embarcarme y esperar a que las tortugas caigan incidentalmente en las redes de los pescadores. La primera tortuga que cayó viva fue una sensación ¡demasiado única!


No sé ustedes cómo se sentirían si conocen a su ídolo/artista favorito/alguien a quien admiran pero así es como yo me sentí cuando vi a esa tortuga. Literalmente. Tanto tiempo hablando de ellas, sobre lo importante que era conservarlas y ahora verla en el mar peruano y que haya salido incidentalmente, fue sorprendente ese corto instante.

Lo que seguía era extraerle sangre, apliqué todo lo que había leído, la pusimos en plano inclinado y ¡bam! salió la sangre. Y la liberamos🐢.

Superior iquierda: Extrayendo sangre de una Chelonia mydas. Seperior derecha: La bahía de Sechura en un día común. Inferior izquierda: extrayendo sangre en pleno bote. Inferior derecha: la primera tortuga viva que conocí 😍


Después de esas primeras veces, obtener más muestras de sangre fue todo un reto. Pero se logró. Conservar las muestras y trabajarlas en pleno campo hizo que sea creativa:


Hacer bioquímica sanguínea y conservar el plasma congelado hasta Lima desde una caleta un poco escondida en la provincia de Sechura fue retador. Y muy gratificante también.

Hice varias pruebas para poder conservar la sangre fresca:

(1) Intenté hacer los hematocritos y los frotices sanguíneos en el mismo bote y (2) en la casa donde me quedaba. (3) Lo que me funcionó fue conseguir un amable técnico de laboratorio curioso de ver sangre de tortugas marinas pero en Sechura (20 minutos desde la caleta).


Primera foto: Intentando hacer hematocritos en el bote. Segunda foto: Implementando un laboratorio express en la casita donde me quedaba.


Debido a que no tenía mucha suerte con encontrarme tortugas de manera incidental. Me puse a pensar en modificar un poco mi proyecto para no perjudicar la tesis. Aunque estuve embarcándome durante todo el verano con los pescadores, no fue sino hasta otoño que pude culminar mi muestreo. Tuve un día de mucha suerte. El día anterior vi inusualmente muchas medusas en el mar y esa madrugada tocaba alzar las redes. Cayeron la cantidad de tortugas necesarias para completar mi tesis. Fueron muchas. Estuve extrayendo sangre de todas las tortugas que pude en el bote, de madrugada, con ayuda voluntaria de uno de los pescadores y se me acabó el material. Tuvimos que regresar a la caleta y recuerdo que llamé al resto del equipo para que me alcanzara el material. Durante el viaje, se cayó mi celular al agua. Después de eso, estuve incomunicada.


Primera foto: La vista de la costa desde el bote. Segunda foto: Una de las tantas medusas que aparecía esa tarde, antes de mi día de suerte.


Gracias a todo el equipo, pudimos culminar de trabajar con todas las tortugas a las 3pm. Me comuniqué con el técnico y ¡él fue lo máximo! Me recibió en su centro esa tarde y terminé de procesar toda la sangre colectada a casi la medianoche. Me prestó su congeladora para conservar el plasma. Regresé a la caleta, dormí muy poco y volví a embarcarme unas horas más tarde.


Esos cinco meses en los que viví en Piura (prácticamente) fue muy enriquecedor en todo el sentido de la palabra. Enfocándome en la obtención y análisis de sangre en campo, considero que fue un proceso, en parte autodidacta. Evidentemente no lo hice sola pero aprendí muchas cosas por mi misma y empecé a tomar mis propias decisiones. A nivel personal, gané más seguridad y satisfacción al trabajar con pescadores y animarlos a conservar las tortugas marinas.


Lo que siguió después fue bastante alentador. Finalmente, presenté la tesis como estaba planteada. Sin embargo, de lo que sentí muy gratificante fue lo que las acciones que tenemos pueden repercutir en los demás. El técnico de Sechura aprendió de hematología de reptiles y yo también, por supuesto. Sobre todo, los pescadores se conscientizaron aun más de la conservación de tortugas marinas. Aunque eso haya implicado que se hayan reído de mí muchísimas veces cuando me caía de la balsa y luego andaba toda mojada en el bote😂.


Aun me falta contar el aprendizaje de la identificación de las células hematológicas de los reptiles. Eso mejor lo guardo para otro post😊.


Recuerdos en pleno viaje.


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